Reportaje — 10

La guerra invisible de Karim

 

Fotografía: EDU PONCES | RUIDO Photo
Texto: AGUS MORALES | Revista 5W
— 3 de septiembre de 2018

 

Aquí están los que han perdido. Los que van perdiendo.

Esto es Médenine, una localidad de Túnez situada a unos 100 kilómetros de Libia, del caos posgadafista, del país que la guerra y las milicias que controlan diferentes zonas han convertido en un campo abonado para las mafias. En este albergue de la Media Luna Roja descansan decenas de subsaharianos.

Sus historias difieren: unos salieron en barcaza desde Libia, se desviaron a la vecina Túnez y fueron devueltos a la costa. Otros se subieron a barcas que naufragaron, pero salvaron la vida. Hay algunos, incluso, que ante el cierre de la ruta libia probaron otra vía: llegaron en avión a Túnez con visado y después intentaron salir en bote hacia Europa. Sin fortuna.

 

Karim es de Mali y tiene 24 años. Desde los 14 años sabe que es homosexual. Huyó de su país cuando su familia lo descubrió con su pareja.

 

En el patio del albergue, Karim Orome —delgado, pelo estudiadamente despeinado— observa cada detalle con cautela. Él también está en el limbo, pero no ha huido de un conflicto, no ha sido encarcelado, no se ha subido a una patera. Cuando oye la expresión “derechos humanos” en una conversación, llama la atención del periodista. Tiene algo que contar, pero quiere hacerlo en privado.

Karim es de Mali y tiene 24 años. Sabe que es homosexual desde los 14 años, y lo mantuvo en secreto. Pero su familia lo descubrió con su pareja en casa en diciembre del año pasado.

—Me golpearon repetidamente —dice mientras sorbe un té con menta en un bar cercano al albergue.

Su propia familia le dio una fotografía con su rostro a una plataforma homófoba (Lucha contra la Homosexualidad en Mali, LCHM por sus siglas en francés), que la difundió por redes sociales.

—Gente que no conocía me pegaba. Por eso cogí un avión y me fui a Túnez. No quería hacerlo, pero tenía este problema…

Asegura que uno de sus amigos, también homosexual, huyó a Costa de Marfil y fue asesinado por ese grupo.

—No tengo a nadie. Estoy solo en la vida. No puedo volver a Mali. Tampoco estoy seguro en Túnez. No sé qué hacer con mi vida.

 

Karim pidió asilo a través de la Agencia de la ONU para los Refugiados en Túnez. Su solicitud fue rechazada porque no tenía pruebas.

 

Llegó a Túnez el 3 de febrero de este año. Su visado de tres meses expiró rápido. Pidió el asilo a través de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) en Túnez. Hizo cuatro entrevistas en seis meses, dice, pero la petición fue rechazada. Presentó un recurso y le hicieron otra entrevista.

—Me dijeron que tenía que mostrar pruebas. ¿Cómo les doy pruebas de mi problema? ¿Cómo? ¡No las he grabado! No he grabado las cosas que he sufrido.

Su petición fue rechazada de nuevo. Karim tiene la sensación de que su solicitud iba a ser aceptada, pero algo pasó. Preguntada por la situación del joven maliense, una fuente de Acnur en Túnez se limita a responder: “Acnur no discute ni divulga información acerca de casos individuales”.

 

Karim busca llegar a Europa para pedir asilo pero lleva meses atrapado en Túnez.

 

La palabra refugiado viene asociada desde el final de la Segunda Guerra Mundial y la creación de Acnur a la guerra. Sin embargo, la misma Convención de Ginebra hace referencia explícita a la persecución “por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas”. En pleno siglo XXI, el sistema de asilo es un fracaso global cuando hablamos de quienes huyen de la guerra, pero los casos individuales (por orientación sexual, violencia de género, etc.) en muchas ocasiones no están ni siquiera en el radar.

—La gente me pregunta: ‘¿Por qué llevas pendientes?’ —dice Karim—. ‘¿Por qué llevas el pelo así?’ Estoy en peligro.

Karim es muy discreto en el albergue: se relaciona con todos pero intenta pasar desapercibido. Para personas perseguidas de la comunidad LGBTI, no es fácil expresar su necesidad de protección por miedo a represalias. A Karim le obligaron exiliarse a causa de su orientación sexual. Esa es su guerra. Para quienes le rodean hoy en el albergue, para quienes le rodean cada día, una guerra invisible.

 

 

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